El hombre está muy quemao, sí señor. En su blog, pide otro trato para los emprendedores. Al parecer se ha cansado de que algunos de sus «lectores» le dejen comentarios negativos, criticando su dinámica de crear empresas para luego venderlas. Así que ni corto y perezoso ha conectado su web cam, y se ha producido un económico vídeo casero que ha colgado en YouTube para responder a esta gente tan pesada. Este es el vídeo en cuestión, y si queréis comentarlo deberéis hacerlo desde su blog.
En el vídeo realiza un interesante repaso de su impresionante carrera profesional. Éxitos y cagadas son comentados a vuelapluma. Y en el fondo tiene más razón que un santo. ¿Qué hay de malo en crear empresas, darles valor, hacer algo chulo e interesante para nuevo venderlo? Eso, además de crear riqueza (y no sólo para uno mismo) permite quedar con las manos libres para acometer nuevos retos. Y Martin, a quien no conozco, parece un tío muy inquieto (y si no lo creéis leed aquí… ¡no para!). ¡Olé sus huevos, que es capaz de crear empresas que alguien luego quiera comprar!
Lo más interesante es la observación que nos hace a los españoles en particular: Es que somos mu pesaos, mu criticones y, yo diría, mu envidiosos. Y la envidia es mu mala. Esto en otros países no pasa. Es más, en países como Estados Unidos el éxito es mucho más reconocido, y los fracasos no son tan mal vistos como aquí. Se aprecia el valor que tiene tropezar y caerse para levantarse con más fuerzas y siendo más sabio. Aquí parece que estamos esperando que el vecino se estrella pa’criticar. Reconozcámoslo, somos así.
Lo que no entiendo es por qué este hombre hace esto. ¿Por qué se graba? ¿Por qué da tanta importancia a un grupo de comentarios aislados? ¿Por qué ha perdido así los nervios? No estés triste Martin. No llores. Y si me dejas Fon a buen precio, yo te la compro.
Por cierto, Martin votará a ZP. Aquí expone sus razones… lo digo por si a alguien le convence o, por el contrario, quiere dejarle algún comentario poniéndole a parir, que al parecer le va la marcha. Lo que está claro es que el tío no se calla.
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