Los noruegos son gente lista, eso ya lo sabíamos, pero estos dos señores seguramente lo son mucho más, puesto que podrían conseguir reducir drásticamente el coste de fabricación de células fotovoltaicas para paneles solares.

Este par de profesores de la Universidad de Oslo trabajan en el departamento de Energía Solar del Instituto de Tecnología Energética noruego, y llevan tiempo dando vueltas a la idea de conseguir retener la luz durante más tiempo en el interior de una célula fotovoltaica de silicio.

Una de las limitaciones de los paneles actuales, está en su grosor. Cuanto más delgados son, mayor cantidad de luz pasa a través suyo —del mismo modo que sucede con las cortinas de nuestras casas— y la energía de esta luz que ‘pasa de largo’ se pierde y no es transformada en electricidad. Mientras que la luz azul, con longitud de onda en torno a los 450 nm, es fácilmente capturada por paneles delgados, no sucede así con la luz roja por encima de los 700 nm, y esto obliga a que el estado de la técnica sitúe las células fotovoltaicas actuales en los 0,2 mm de espesor.

La propuesta de estos investigadores noruegos consiste en desplegar en el seno del silicio un entramado de microesferas plásticas, de manera que la luz se difracte y sea ‘pastoreada’ por el interior del silicio, consiguiendo un espesor aparente 25 veces superior. Esto permitiría producir células solares 20 veces más delgadas, con el ahorro de silicio —y por tanto, de dinero— que ello supondría. Curiosamente todo queda en casa; las microesferas plásticas son un invento también noruego del siglo pasado. Se lo debemos a John Uglestad. Han encontrado infinidad de aplicaciones, entre ellas las de servir como exfoliante en ciertos limpiadores faciales, que tan suave nos deja la piel y tan limpios los poros.

Queda por ver cuáles serían los costes de producción empleando esta tecnología a nivel industrial. Pero el invento es como poco inteligente y muy curioso.

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