A este paso el ser humano se va a convertir en algo completamente inútil. Resulta que ahora los robots también quieren ser actores. No les basta con habernos sustituido en multitud de tareas productivas básicas, o incluso con haber comenzado a pisarnos el terreno a los investigadores formulando teorías por su cuenta. Ahora también quieren subirse a las tablas, y competir con nosotros en el campo de las artes escénicas. Los robots se han propuesto cantar, bailar, y hasta recitar a Shakespeare.
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Robots y nuevas tecnologías que están cambiando y cambiarán el Mundo.
Hoy en el gimnasio, mientras le daba un rato al pedal (el peor enemigo de mis lorzas), me he entretenido leyendo un artículo publicado en el número de diciembre de la revista Computer. Este número está parcialmente dedicado al aniversario de la NASA que, como sabéis, el pasado año cumplió 50 añitos.
La Universidad de Tokio, en colaboración con Fujitsu Laboratories Ltd ha creado un robot pequeño, aséptico, grimoso; tan duro por fuera que se diría todo de titanio. Que, por supuesto, no tiene alma. Se llama Mamoru, y servirá de ayuda para los más viejos. Para esos que olvidan dónde han dejado las gafas, o a qué hora tienen que tomar su medicación. Mira la pinta que tiene leyendo más…
He visto por encima que en este IROS la Universidad de Tokio se ha puesto morada de publicar innovaciones sobre HRP2, el robot de Kawada Industries. Este humanoide no es ni de lejos tan famoso como su primo ASIMO, pero a mí personalmente me gusta mucho. Se nota que es un robot concebido desde el principio para ‘resultar útil al ser humano’, y no sólo para el entretenimiento o la pasarela (que ya es de por sí bastante).
Científicos de la Universidad de Reading han conseguido poner en funcionamiento un robot móvil dirigido por un cerebro biológico. Concretamente, la mente que maniobra el aparato está formada por células extraídas del encéfalo de fetos de rata —noticia en elmundo.es, en Telegraph.co.uk, en NewScientist (incluye vídeo), y nota de prensa de la Universidad—. No hablamos ya de un ‘cochecito eléctrico’, ni de un autómata, ni tampoco de un robot; nos encontramos ante un auténtico animat, ser en el cual lo biológico y lo artificial se unen para dar lugar a lo que podríamos llamar ‘un animal artificial‘.
A veces olvidamos que la máquina más tecnológicamente avanzada es el propio ser humano (incluso en su versión «nano»)
Desde hace ya algunos meses visito asiduamente el magnífico blog de Juan Aguarón de Blas. Juan es un muchacho zaragozano de 14 años, que desde febrero de 2006 escribe en su blog «Cosas en General«, que él mismo describe así:
Este blog está dedicado especialmente a las cosas varias, a Photoshop, a libros, a inventos y, resumiendo mucho, a Cosas en General. Gracias a este blog, muchas personas se evitan el tener que escucharme, y otras ganan el tener que hacerlo.
A pesar de que el término ‘robot‘ procede del vocablo checo
‘robota’, relacionado con la esclavitud y el trabajo forzado, estos ingenios mecatrónicos parecen decididos a dejar de ser simples siervos obedientes, y quién sabe si algún día terminarán conquistando las portadas de la prensa más rosa.
Leo en el blog de gadgets de WIRED, que un anciando residente en Burleigh Heads (Australia), se ha quitado la vida utilizando un robot que él mismo fabricó. Al parecer pasó bastante tiempo en internet investigando la mejor forma de construir una máquina que le permitiera acabar con su vida. Por lo que se ve, encontró los planos necesarios. Comprar el material y montarse el invento seguramente fue cosa de coser y cantar. Se ingenió un rudimentario robot asesino, que era capaz de disparar hasta cuatro balas contra su cabeza una vez activado (aquí está la noticia completa).
Se llama BigDog, no tiene cabeza y, por tanto, no puede ladrar. Nació en 2005 de la mano de Boston Dynamics, y a pesar de su juventud les da cien vueltas a otros animales de su especie: la especie robótica.