Me ha llamado la atención este vídeo, en el que Akinori Ito nos enseña una máquina capaz de convertir desechos plásticos en aceite combustible. No es algo nuevo puesto que hace al menos 3 años teníamos noticia de que esta compañía japonesa, Blest Corporation, andaba ya trabajando en el desarrollo de esta máquina maravillosa (aquí podéis ver un vídeo de un prototipo presentado a finales del año pasado). Sin embargo creo que merece la pena ver esto:
La idea de convertir nuestros residuos plásticos en alguna otra forma de material utilizable no es nueva. Pensemos por ejemplo en el reciclaje del plástico, que persigue reutilizar estos desechos obteniendo de nuevo un plástico utilizable en procesos de fabricación (este vídeo da una idea del proceso). Pero es que la posibilidad de transformar estos residuos en otros tipos de materiales o incluso en fuente de energía también lleva tiempo siendo explorada y puesta en práctica. Basten como ejemplo los esfuerzos de compañías como Polymer Energy o Envion. Esta última inauguró hace ahora un año una planta capaz de convertir anualmente 6.000 toneladas de plástico en aceite combustible.
El mismísimo Pentágono de los Estados Unidos muestra interés en estas tecnologías con inversiones millonarias y, sin salir de España, encontramos iniciativas como la de Tecnoambiente Galicia (con algunos problemas), o la de la Junta de Andalucía, preocupada por dar algún tipo de salida a los miles de toneladas de plástico que se desechan cada año en los invernaderos de aquellas tierras.
También se busca convertir los plásticos ya inservibles en algún otro tipo de producto como aceites lubricantes. Ya vemos, por tanto, que el invento que nos presenta Akinori Ito no es algo nuevo, sino que es un ejemplo más de un conjunto de tecnologías que buscan la transformación del plástico aplicando algún tipo de proceso termoquímico; generalmente la pirólisis catalítica, que descompone los hidrocarburos del plástico en otros compuestos por acción de la energía térmica, en ausencia de oxígeno, y en presencia de algún catalizador.
Por lo tanto, no es el procedimiento en sí lo que debe llamarnos la atención de este vídeo. Tampoco el hecho de que sea capaz de transformar 1 kg. de plástico en casi 1 litro de aceite combustible. Ni que este aceite se pueda transformar en productos como gasolina, diesel o keroseno. No olvidemos que, al fin y al cabo, estos combustibles siguen siendo altamente contaminantes, por más que su combustión reduzca en casi un 80% las emisiones de CO2 que supondría la quema del plástico original.
No. Lo que resulta llamativo de este vídeo es la visualización de lo aparentemente sencillo que resulta el proceso. La magia que supone introducir a puñados todo ese material inservible en esa pequeña máquina, el “Blester S”, y observar cómo poco a poco, a través de una suerte de proceso casi alquímico, va apareciendo en el recipiente cilíndrico algo completamente nuevo y muchísimo más valioso. Y sobre todo el esfuerzo que realiza Akinori Ito enseñando a todos esos niños que ese plástico en el que envolvían su bocadillo, o la botella de la que beben, son mucho más que un trozo de plástico inservible que tirar al suelo a la primera de cambio. No sé si es algo exagerada la afirmación de que toda esa basura “es un tesoro” —no seré yo quien tiente aquí su suerte, intentando que le acusen de hacer apología del Síndrome de Diógenes—. Pero creo que esta actitud sí que sirve para remover conciencias y hacer ver las cosas de una manera mucho más positiva y original.
Tal vez si este hombre se esfuerza lo suficiente, con el tiempo, dejaremos de ver nuestras playas al final del día moteadas de botellas de plástico, y acabaremos así con una de las causas de su degradación, y nuestros océanos dejarán de parecerse a una enorme sopa de plástico. Tal vez gente como él busque conseguir mucho más que ganar dinero con inventos como este. Por eso este vídeo es importante.
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