Parece que me ha dado por las fechas. Si ayer día 22 celebrábamos el ‘Día Internacional de la Biodiversidad‘, hoy día 23 el gran naturalista Carlos Linneo habría cumplido 301 años; porque hace precisamente ese tiempo que este hombre, fundador de la taxonomía moderna, nació en Suecia.

Él fue quien dijo: «Nomina si nescis, perit et cognitio rerum» (si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas). 300 años después de su nacimiento ya hemos puesto nombre a todo bicho y planta viviente, y nunca antes habíamos sabido tanto y tan bien sobre ellos. Sin embargo lo que está desapareciendo son las mismísimas especies, a un ritmo de entre 50 y 300 diarias. A mí esta cifra me parece muy exagerada, pero es lo que afirman en ecoportal.net citando un artículo de Jean Paul Marechal. Lo que parece claro en cualquier caso es que nos estamos cargando el planeta. Mucho gadget, mucho software, mucho internet y mucha red social… pero al final sólo vamos a quedar nosotros (y no todos) para disfrutar de todo ello.

Es curioso que alguien como Linneo, que se empeñó en dar a cada ser viviente un nombre por el cual poder conocerlo, empleara a lo largo de su vida hasta nueve variantes de su propio nombre (al parecer era la moda en la época). Y es curioso cómo se las ingeniaba para buscar nombres a la multitud de especies conocidas y nuevas que se cruzaban en su camino. El tío era original y sesudo. Por ejemplo, mirad cómo se le ocurrió un nombre para el árbol del cacao (y cito de aquí):

Theobroma cacao L., es el nombre científico que recibe el árbol del cacao o cacaotero. Éste lleva añadida al final una L., que es la inicial del apellido del naturalista sueco que clasificó la planta, Carlos Linneo. El nombre que le dio a este árbol, Theobroma cacao, significa «Alimento de los Dioses», y viene del griego “Theo” – dios, “broma” – alimento y del Maya “Ka’kaw” – cacao.