Aún siguen llegando noticias preocupantes de la región de Sichuan, en China, donde el pasado día 12 se produjo un terremoto que se ha cobrado ya la vida de más de 50.000 personas. Curioseando, he encontrado que el día 22 de mayo resultó ser un día fatídico en dos ocasiones históricas:

  • 22 de mayo de 1960. Se produce el Gran Terremoto de Chile, o Terremoto de Valdivia. Con una magnitud de 9,6 grados en la escala de Richter, se trata del seísmo de mayor intensidad registrado en la historia.
  • 22 de mayo de 1927. Se produce un seísmo en la región de Nan-Shan, también en China, que deja la friolera de 200.000 muertos.

Fue precisamente China el país que vio nacer el primer antepasado conocido del sismógrafo. Fue obra del gran científico chino Zhang Heng (aquí y aquí hay algo más de información interesante sobre este hombre), quien bautizó a su obra con el acertado nombre de ‘Houfeng didong yi‘ (instrumento para interrogar al viento por el temblor de la Tierra). Los chinos, siempre tan coloristas y gráficos al mismo tiempo…

El aparato tenía la forma de una gran copa de cobre, de unos dos metros y medio de diámetro. A su alrededor, ocho dragones colocados según las direcciones de los ocho puntos cardinales (N, S, E, O, NE, NO, SE, SO) descansaban mirando hacia el suelo, y sujetando una pequeña bolita de bronce entre sus fauces. Debajo de cada uno de ellos se encontraba una rana, cada una de las cuales miraba a su correspondiente dragón con la boca abierta. El funcionamiento era simple, como explican aquí:

Si sucede un terremoto, el aparato lo detecta y la boca del dragón que da a la dirección del sismo, deja caer la bolita de bronce en la boca de la rana correspondiente. Por eso, los observadores pueden saber en qué dirección ha sucedido el terremoto.

En este otro enlace se amplía algo más la información sobre el funcionamiento del instrumento. El jarrón de cobre servía como amplificador de la vibración producida, y un péndulo interior era el encargado de accionar un mecanismo que hacía desprenderse la bola sujetada por el dragón colocado en la posición más próxima al origen del seísmo.

Reproducción del detector de terremotos inventado por Zhang Heng en China el año 132 d.C.

Al parecer la precisión del ingenio metálico era sorprendente; era capaz de detectar y situar con precisión temblores producidos a varios cientos de kilómetros del lugar de su colocación, a pesar de que alguien situado junto al sismógrafo no fuese capaz de percibir movimiento alguno. El invento original no se conserva, y a pesar de existir numerosas reproducciones, la mayoría de ellas son simplemente ornamentales (aquí pueden verse algunos ejemplos). De hecho, fue en 2005 cuando se consiguió una reconstrucción funcional del ‘didong yi’, y para ello hizo falta un equipo multidisciplinar de siete personas, formado por sismólogos, arqueólogos e ingenieros chinos.

Los tiempos han avanzado una barbaridad, y ya no es preciso disponer de un pesado y complicado artilugio de cobre y bronce para detectar seísmos. Pero es que tampoco hace falta ya ni siquiera un sofisticado sismógrafo para detectar y medir la intensidad de los temblores de la tierra. Como explican aquí, un simple MacBook puede ser, en muchos casos, más que suficiente.