Eran pocos y parió la abuela Google. Una jovencísima abuela, aunque muy astuta y ambiciosa. Si me permitís la metáfora (y que nadie se moleste), también ha sido una abuela un poco guarrilla infiel: mientras mantenía y financiaba a los chicos de Firefox a través de la Fundación Mozilla (y está claro que les quiere, puesto que seguirá pagando parte de sus gastos hasta 2011, obteniendo a cambio ser el buscador predeterminado en este navegador), ha estado viéndose a escondidillas con WebKit, el motor sobre el que funciona el Safari de Apple entre otras aplicaciones.

Como este romance era un secreto a voces, Google ha decidido sincerarse con el mundo, proclamar su amor a los cuatro vientos, y explicarnos a todos las razones de este flechazo. Además la cosa iba a terminar sabiéndose; espera dar a luz un nuevo navegador web, y ya tiene hasta el nombre buscado: se llamará Chrome.

Se rumorea que el parto es inminente, puesto que se han encargado de hacer mucho ruido anunciando la feliz noticia, explicándonos muy claramente, con dibujitos, lo que andaban buscando cuando engendraron a la criatura. Lo han hecho a través de unas didácticas tiras cómicas en las que los ingenieros responsables del proyecto nos cuentan sus aspiraciones. Podéis verlas aquí o aquí.

Actualización

¡Ya parió la abuela! Pocas horas depués de escribir este post ya se podía descargar el nuevo invento desde aquí. Y os puedo asegurar que es muy, muy rápido, aunque se nota que quedan por pulir bastantes cosas. ¡Probadlo!

Fin de actualización

Chrome explicado con dibujitos. Para que lo entendamos.

Hoy todo el mundo habla sobre ellos, y a blogs de prestigio os remito: dirson, GadgetoBlog, Genbeta, Error500, Neoteo, y el Blog de Enrique Dans (con todos los enlaces que allí aparecen, en inglés). Os pongo tantos enlaces, porque merece la pena que la cosa se comprenda bien; tiene su miga.

Básicamente en Google se han dado cuenta (¡jo, qué listos!) de que es creciente el número de servicios y aplicaciones que nos ofrece internet. Desde la simple (o no) búsqueda de información, hasta la comunicación vía correo electrónico o mensajería instantánea, pasando por la edición fotográfica, el almacenamiento y manipulación de un número creciente de formatos de documento, la reproducción de música y vídeo, o el acceso a la infinidad de redes sociales de reciente aparición, todo pasa por el navegador web.

Y por otra parte, los navegadores actuales no parecen haberse adaptado (al menos desde su punto de vista) a los nuevos requerimientos de esta era tan moderna. O al menos no lo han hecho todo lo bien que se puede hacer… sino a costa de parches y remiendos que no dejan a todo el mundo igualmente satisfecho (hay quien opina que Internet Explorer 8 es «épicamente porcino» y que su segunda beta «guarrea la memoria» del computador).

Así que en Google han dicho: «Nosotros vamos a hacerlo bien, partiendo desde cero». Y yo me lo creo.

Sus objetivos prioritarios, los de siempre: la ESTABILIDAD, la VELOCIDAD, la SEGURIDAD, y la SIMPLICIDAD entendida como facilidad de uso de una interfaz que tiene que combinar el acceso a multitud de servicios cada vez más relacionados.

El objetivo no escrito: ser ellos quienes controlen el acceso y la forma en que se utilizan sus servicios y los ofrecidos por otros. Hay quien dice que Chrome se trata en realidad de un Sistema Operativo. Que no compite con otros navegadores como Firefox, Opera o IE, sino directamente con Windows. Cabe hacer una matización: un Sistema Operativo es esa capa de software que permite gestionar (de manera más o menos eficiente) los recursos hardware de un computador, y los procesos de las aplicaciones que utilizamos en él (también de manera más o menos eficiente). Es ese gran director de orquesta que organiza procesos y reparte recursos. El director de orquesta de Google pretende gestionar recursos y aplicaciones que no están en nuestra máquina sino, tal vez, a muchos (tal vez miles) kilómetros de distancia.

Se constata así algo que se veíamos venir hace ya tiempo. Al igual que se está produciendo un «Giro Anti-Copernicano» en los medios de comunicación, algo parecido está sucediendo en la forma de acceder a los recursos informáticos. Recordemos que en la década de los 70 era frecuente el uso de terminales informáticos, aparatos consistentes en poco más que un teclado y un monitor, para acceder remotamente a los recursos de procesamiento y almacenamiento disponibles en un ordenador central. Aquello terminó gracias en gran medida a la contribución de gente como Steve Jobs, uno de los padres del ordenador personal. El progresivo abaratamiento del hardware y la proliferación de todo tipo de aplicaciones muy fáciles de utilizar, permitió que todos tuviéramos en nuestra casa nuestra propia máquina con su disco duro, su memoria, y su sistema operativo. Así se democratizó la informática, abriéndose ‘las ventanas’ en nuestros hogares.

Ahora lo barato son las telecomunicaciones, Lo incómodo es tener voluminosos y caros equipos, que tal vez no necesitamos y consumen mucha y costosa electricidad. Lo práctico es disponer de nuestros archivos ‘on line’, de manera que podamos acceder a ellos desde cualquier lugar y compartirlos. Lo ‘cool’ es disponer de un pequeño y manejable ordenador portátil, que nos cabe fácilmente en la mochila, y que nos cuesta apenas 300 euros. Y poder usar este ligero y práctico aparato para comunicarnos, gestionar nuestros documentos (tal vez conectando el gadget a un monitor y un teclado externos, para cuidar nuestros ojos y espalda), y leer la Wikipedia.

Y el negocio para los fabricantes de software es, no ya partirse la cabeza para vendernos sofisticados programas informáticos que, de todas formas vamos a poder piratear casi antes de que aparezcan en las tiendas; sino obligarnos a utilizar servicios a los que accederemos a través de la red de redes. Tal vez sean de pago, tal vez nos los ofrecerán gratis, teniendo que pagar sólo por algunas ‘opciones adicionales’. Tal vez habrá publicidad, tal vez no, tal vez sí pero no la notemos… Pero nuestras aplicaciones parecen decididas a mudarse de nuestros discos duros a los grandes servidores de Google o de Microsoft. Y Google parece estar tomando bastante ventaja en esta ocasión.

No deja de resultar irónico que, precisamente en el momento en que tanto se habla sobre la salud de Steve Jobs, o la jubilación de Bill Gates, estemos asistiendo a la muerte del computador personal tal y como hoy lo conocemos. Por supuesto, al igual que sucede con la prensa escrita y los medios digitales, el PC no morirá del todo; siempre habrá gente a la que le guste jugar, o que simplemente no se fíe de tener todos sus documentos en un servidor no se sabe dónde. Y siempre querremos disponer de nuestra biblioteca de música en casa, por si un día ‘se va el internet’, o poder programar y modificar nuestras propias aplicaciones. Pero algo está cambiando, y habrá que estar muy atentos a todo ello.

¡La abuela va a parir! ¡El PC no va a morir (aún)! ¡Larga vida a Google!