Hace algunos días llegué a través de Google+ a esta presentación de Gideon Rosenblatt en la que nos muestra qué idea tiene él sobre qué es realmente Google+. Me ha gustado, porque expresa esquemática y gráficamente algunas de las ideas que rondaban por mi cabeza, mientras intentaba encajar la red ¿social? de Google en mi mapa mental de Internet. He decidido formalizar estas ideas con un post.

¿Por qué redes sociales?

Rosenblatt establece primeramente una distinción entre comunidades —o redes sociales cuyos nodos (usuarios) están conectados por relaciones personales— y redes de información —ejemplo clarísimo de las cuales es la propia Internet—. Pues bien, ocurre que los seres humanos somos animales eminentemente sociales —esto ya lo sabía Aristóteles— y nos gusta relacionarnos, comunicarnos y compartir. Y además somos seres egoístas —y no entraré aquí en el debate sobre si el ser humano es egoísta por naturaleza o no— en el sentido de que cualquier acción que tomamos busca cubrir una necesidad propia —aunque esta sea la de ayudar al prójimo—. Así, desde mi punto de vista, establecemos dos tipos fundamentales de relaciones con nuestros semejantes (y esto es debatible):

  • Relaciones afectivas, buscando reconfortar lo que podríamos llamar nuestro ‘alma’
  • Relaciones cognitivas, buscando alimentar nuestra ‘mente’

Parece que la inmensa mayoría de redes que han ido apareciendo en los últimos tiempos, intentan satisfacer necesidades que basculan entre estos dos tipos de relaciones. Mientras que algunas van directamente al tema del ligoteo, la entrepierna, buscar pareja o incluso encontrar con quién ser infiel (es el caso de Badoo, Grindr, o Meetic) otras como Twitter se declaran explícitamente y sin complejos como redes de información, donde lo que prima es el intercambio de datos y enlaces según intereses concretos, y las emociones pasan a un segundo plano.

¿Es todo esto siempre cierto?

No. Como ocurre con cualquier herramienta, y las redes sociales no son una excepción, su finalidad depende mucho del uso que se le dé. Por ejemplo, Facebook surgió como una idea dirigida a estudiantes universitarios; como una versión online de los «facebooks» anuales que aportaba un valor añadido a una herramienta bastante limitada. Después se abrió su utilización a todo el mundo, y más recientemente ha sido descubierta por las empresas como un poderoso canal de comunicación con sus clientes, presentes y potenciales. Cada vez son más quienes opinan que precisamente esta estrategia de Facebook será la que acabe con ella. Yo no quiero ser dramático ni sensacionalista, pero sí creo que hay una serie de factores que pueden limitar su crecimiento:

  1. La saturación de algunos mercados. Un reciente informe de GlobalWebIndex —que cuesta la broma de 780 euros, aunque aquí se pueden encontrar jugosos datos gratis— muestra cómo la utilización de la red se ha ralentizado, e incluso está en claro retroceso en importantes mercados como USA o UK. Sus esperanzas de crecimiento se encuentran depositadas en países emergentes como Brasil o La India —en otros como Rusia o China les han salido fuertes competidores—.
  2. El hartazgo por la publicidad. Parece que muchos usuarios empiezan a percibir la publicidad que encuentran en sus páginas de Facebook como algo molesto e intrusivo. Yo, personalmente, vivo ajeno a ella gracias a la extensión para navegadores Adblock Plus, y mantengo las páginas que me gustan muy limitadas.
  3. La desconfianza al sentir amenazada su privacidad que de manera creciente sienten muchos usuarios. Esto es especialmente evidente entre el público adolescente norteamericano, que abandona Facebook cansados de sentirse observados por sus padres.
  4. La diversidad de usos que le dan sus habitantes. Quien comenzó usando la red para tener localizados a antiguos amigos y compañeros, ahora ha comenzado a utilizarla con fines profesionales y autopromocionales, y quien comenzó a seguir alguna marca —y luego otra, y más tarde otra, y finalmente unas decenas casi sin darse cuenta— ahora encuentra su muro inundado de mensajes publicitarios que le agobian.
  5. Otros factores, como la pereza por seguir compartiendo información —y ¿qué es una red social sin el contenido generado por los usuarios?—, la monotonía de ver informaciones de amigos cuya vida ya te conoces, o la existencia de otras redes, de la misma categoría u otras, que ocupan nuestro tiempo de manera más provechosa.

Fenómenos parecidos podemos encontrarlos en otras redes. Por ejemplo, hace tan sólo dos años los adolescentes y universitarios de mi entorno apenas conocían Twitter o la utilizaban. Actualmente asisto con sorpresa al espectáculo de ver cómo mis sobrinos y alumnos intercambian mensajes con sus amigos y compañeros para quedar o contarse cómo les ha ido el día. Desde el mundo periodístico han descubierto Twitter como un mecanismo para difundir y al mismo tiempo captar informaciones, y cada vez son más quienes la utilizan como una manera de reforzar su prestigio personal y aumentar su influencia en la red. Otras empresas lo utilizan como un canal de comunicación con el cliente, bien para lanzar promociones, bien como medio de atención al cliente, o simplemente para hacerse autobombo.

Tal y como está el panorama, no sería de extrañar que redes como Badoo acabaran con el tiempo siendo utilizadas para encontrar profesor de matemáticas o entrenador personal…

¿Qué quiere Google?

No olvidemos que el objetivo fundamental de Google, «consiste en organizar la información mundial y hacerla accesible y útil de manera universal». Google nació siendo un buscador y ese es el core de su negocio. Cierto que ha ido ramificando su modelo de negocio a través servicios —como Google Docs, Picasa, o Google Maps—, contenidos —con la comercialización de Apps, música, películas y libros a través de sus tiendas online, ahora combinadas en Google Play— e incluso lanzando sus propios sistemas operativos para dispositivos móviles —Android— o claramente enfocados a llevar nuestra actividad todo lo cerca de La Nube que sea posible —Chrome OS—. Pero por el momento y hasta que no se demuestre lo contrario, el grueso de sus ingresos procede de la publicidad. Y el resto de productos y servicios parecen orbitar alrededor del objetivo fundamental de organizar la información; porque para que la información sea valiosa es necesario que haya gente que la genere y la comparta, y gente que esté dispuesta a consumirla. Es necesario crear una comunidad en torno a la información entendida en un sentido amplio.

Así, el centro del negocio de Google es la organización, clasificación y puesta a disposición del público de la información —o más bien del modo de acceder a ella—. Volviendo a la presentación de Rosenbaltt, me parece que el slide fundamental es el siguiente:

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Una vez que disponemos de un número importante de generadores de contenidos —que además cuentan con los mecanismo para difundirlos a un coste ridículo—, y que por otro lado tenemos una bolsa de consumidores dispuestos a acceder a esa información —y que en muchos mercados de importancia lo hacen de manera mayoritaria a través del buscador de Google—, parece que el punto crítico está en la intermediación entre ambos colectivos crecientes de productores y consumidores. Y por muy bueno que sea Google en la clasificación de la información, mucho mejores aún son los seres humanos; y especialmente aquellos especialistas en un determinado tema, que han ganado un cierto prestigio entre la comunidad y que además cuentan con seguidores. Los curadores de contenidos, los influyentes, los respetados y los escuchados. Los que son capaces de diferenciar el grano de la paja. Los que valoran la calidad de la información sobre todas las cosas, y por tanto son los más poderosos en la sociedad del conocimiento del siglo XXI. Ese es el objetivo de Google+.

Con su red social, fuertemente orientada al intercambio de conocimientos en subredes formadas por usuarios con intereses compartidos, Google pretende aportar precisamente eso, un ‘plus’ a los servicios que ahora ya proporciona. Y poco importa que algunos informes indiquen que los usuarios de Google+ apenas pasan 3 minutos mensuales en esta red, frente a las más de 6 horas pasadas en Facebook. Lo cierto es que para que Google saque partido a su red no necesita siguiera que sus usuarios la visiten; basta co que hagan click en el botón «+1» de una página, o que vean los enlaces recomendados por sus contactos al utilizar el buscador. De hecho no es necesario que un usuario de Google participe en Google+ a la hora de conocerle mejor a través de sus contactos que si lo hacen. La estrategia de Google es mucho más sofisticada que la de pretender conseguir que sus usuarios pasen mucho tiempo en las páginas de Google+. Y pasa por la fidelización de los usuarios que dominan la información y la influencia en Internet. Y esto último podrían estar consiguiéndolo.

¿Cuál es el problema de Google+?

Al igual que está sucediendo con Facebook, un posible talón de Aquiles de Google+ podría ser su carácter excesivamente generalista, en el que puedes encontrar de todo. Se trata de un cajón de sastre en el que todo cabe. Aunque desde un principio fueron muy cuidadosos en permitir la clasificación de los contactos —y portanto de los contenidos compartidos—, estrategia que fue rápidamente emulada por Facebook, lo cierto es que esta labor de clasificación sigue recayendo aún en el usuario, que es quien sigue teniendo que decidir qué compartir con quién. Y esta labor resulta a menudo tediosa.

Por lo tanto, una vez más, la utilidad de Google+ recaerá en el uso específico que cada usuario, y cada micro-comunidad de usuarios con intereses compartidos, le dé a la red. Y en este sentido me parece que tienen un futuro mucho más prometedor redes más específicas, como LinkedIn o como la exitosa Pinterest, de un carácter eminentemente visual, en la que tienes la posibilidad de suscribirte a un cierto tablón de un usuario, esperando siempre recibir información sobre una temática concreta de tu interés.

En definitiva; la motivación fundamental al utilizar una red social u otra recae en el beneficio que obtengamos de su utilización, porque satisface una necesidad determinada —bien sea afectiva, cognitiva o de carácter intermedio pero definido, como una red de deportes en la que interactuamos con nuestros amigos, perso siempre girando alrededor de una temática de intereses compartidos, en la que es poco probable o frecuente encontrar informaciones espurias—. Google pretende con su red construir una capa social en torno al core de su negocio: la clasificación y organización de la información, mejorando sus mecanismos para ayudarnos a encontrar la información que nos resulta relevante —y de paso conociéndonos mejor para apuntalar su negocio publicitario—, haciendo participar en el proceso a los especialistas en la información. Es una alianza estratégica con los poderosos de la sociedad del conocimiento.